Lo dice bien claro el brillante artículo de Jesus Ramos Brieva en su blog sobre la masturbación en las mujeres practicantes de una religión: «no se puede soslayar que la masturbación existe en este grupo de mujeres durante las tres décadas, como promedio, que fueron monjas, pese a estar personalmente comprometidas a cumplir una promesa de castidad que implica no masturbarse (ni mantener relaciones sexuales).
Y esto solo puede significar una cosa: que son mujeres como las demás, con impulsos sexuales autónomos, espontáneos, que necesitan una válvula de salida por sus cauces naturales, lejos de las teorías sublimadoras.»
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